13/7/20

"Lo que el viento se llevó" en Tormos y la "Bonanza" que crea La Sotonera

Transcripción del artículo publicado por Elena Puértolas el 11 de julio de 2020, en el Diario del AltoAragón.



Apenas quedan 20 vecinos en el poblado que se creó para la construcción del pantano, en el término de Alcalá de Gurrea, pueblo que apuesta por potenciar el uso deportivo y turístico.

Abre La Cultural, enciende la luz y ante nuestros ojos aparece un magnífico escenario de 1928, con un telón pintado que no tiene desperdicio. ¿Cómo se titula la película? La música parece que empieza a sonar en ese espacio de café, cine... donde el tiempo se ha detenido y aparecen parejas bailando, al menos a los ojos de Eulogio Atarés. Por un momento, vuelve a ser el niño que se crió en Tormos, poblado creado para la construcción del pantano de La Sotonera, en el municipio de Alcalá de Gurrea; y hoy, es el encargado de la presa. De aquel pueblo nuevo, en plena eclosión en los años 20, quedan en pie dos barrios con edificios significativos, como este, que sigue en las ensoñaciones de quienes lo vivieron. De 2.000 vecinos que llegó a haber en Tormos, ahora habitan 20.

¿"Lo que el viento se llevó" podría titularse? El viento azota con fuerza en el barrio de la iglesia. "Por aquí siempre hace mucho viento", dice Eulogio, mientras señala a su alrededor y levanta con su mirada las tres escuelas, aquellos barrios desaparecidos (Las Latas, el del Rosario...) y más allá el hospital, los albergues, el matadero... que se crearon mientras se realizó la magna obra, que comenzó en 1915 y se terminó en 1963, aunque se completó el llenado y entró en explotación en 1968.

Todavía queda alguna casa antigua y llaman la atención otras con persianas subidas o ropa tendida. Son las viviendas recientes construidas por la Confederación Hidrográfica del Ebro para sus trabajadores, entre ellos, Eulogio. Cinco familias -con una niña que va al colegio de Almudévar- viven allí siempre y hay dos más que prefirieron las casas más antiguas.

Un intenso oleaje contra el muro de la presa grita que es el mar de La Hoya de Huesca y, al otro lado, se encuentran hasta sombrillas en la orilla, paseantes en bikini y miembros de la Federación Aragonesa de Vela disfrutando en el agua junto al Club Náutico. El bar restaurante está abierto a todo el mundo y no siempre es fácil encontrar sitio para almorzar o comer los fines de semana, mientras que al lado hay un camping privado.

Mejor, "Bonanza", porque La Cultural tiene un aire de bar de película del oeste. Y, antes de llegar al Club Náutico, se pasa por "La Ponderosa", el bar restaurante donde hasta el confinamiento -por ahora sigue cerrado- aún se podían comer patatas fritas de las de verdad y panceta o un cocido o asado al mediodía. Allí viven Mari Carmen y Gloria Herranz, tercera generación de este negocio que iniciaron sus abuelos en 1936 bajo el nombre "Los Gabrieles", cuando Tormos crecía. Continuaron sus padres como Casa Luis (1963) y el nombre popular "La Ponderosa" se acabó imponiendo en 1974. "Como aquí éramos muchas hermanas, los jóvenes del pueblo nos empezaron a llamar así", explica Gloria, la experta en guisos. Sus abuelos levantaron el negocio en la nada, solo había una casa enfrente, y ahora alguna más rústica en el entorno.

"Aquí se ha vivido muy bien, porque teníamos de todo. Hacíamos guateques en La Cultural, había cine... y todo tipo de establecimientos. Ahora, tampoco echamos nada en falta", indica Mari Carmen. Completa el equipo su hermana Ana Belén, que casualmente vive en las citadas casas de Confederación.

El viento sopla, sí, en una zona que cuando comenzó la construcción del embalse, en 1915, con el Plan de Riegos del Alto Aragón, no había nada de vegetación, como se aprecia en las fotografías antiguas. Por eso tiene algo de película del oeste americano. Y agua. "La gente cree que es normal que salga agua del grifo, pero luego hay quien no quiere pantanos. Aquí nunca había habido tantos árboles -se repobló el entorno- ni tantas aves y grullas -Alberca de Alboré, en Montmesa- como ahora", reflexiona Eulogio.

También es la tercera generación vinculada al pantano, ya que su abuelo materno llegó de Almería a trabajar a Tormos, mientras que la familia de su padre, aunque originaria de Almudévar, vivía en Alcalá de Gurrea y su padre también trabajó en la CHE. No obstante, como en Tormos había buen colegio, a Eulogio lo llevaron a casa de los abuelos maternos. Y, excepto cuando estudió fuera, siempre ha estado allí. Se conoce la zona palmo a palmo, y se le ve que allí, como las grullas, vuela libre. Que si la Virgen de Astón, la ermita de los Agudos, el castillo de Tormos... y en lo alto Alcalá de Gurrea, donde en el auge que vivió la zona por el pantano se creó el Casino Agrícola.

En este tiempo, no suenan las carraclas y matracas de la singular Semana Santa de esta localidad de 250 vecinos, sino los bujes de las bicicletas de los niños por la plaza. Entre ellos, las de Paula y Jesús, Adrián y Andrea, cuatro de los cinco niños que viven todo el año y que acuden al colegio de Almudévar. Los padres de todos ellos han vivido fuera y apostaron por volver. Cuando el marido de Jara Casanava tuvo que buscar empleo, no lo dudaron. Jara, la madre de Jesús y Paula, se crió allí igual que Noemí Gracia, la madre de Adrián, que prefiere vivir en el pueblo y hacer el trayecto de 20 minutos para trabajar en Huesca. "Me gusta más la vida en el pueblo", comenta el padre de Andrea, Antonio Atarés, que es también concejal municipal.

Trabaja en Sustainable Nutrition, una empresa holandesa de fabricación de monoglicéricos para alimentación animal que genera 20 puestos de trabajo. "Ya no es todo agricultura", dice esperanzado el alcalde José Eugenio Marín, también empleado allí. Padre de una niña de 8 años, apostó por quedarse en el pueblo, aunque admite que no son muchos los jóvenes y que la mayoría de los vecinos superan los 70 años. Eso sí, la panadería Antonio Mallada tiene continuidad con Cristian Mallada, tercera generación del negocio que, precisamente por la despoblación, le lleva a repartir por muchas localidades del entorno tanto el pan como sus dobladillos y tortas de hoja, su especialidad. La masa madre -casualmente, su madre Esmeralda es otra de las hermanas de La Ponderosa-, con la esencia de ayer y el germen de mañana, se antoja como un símbolo del futuro.

El alcalde tiene proyectos como conseguir la declaración BIC de la muralla árabe (s. X). Sería el cuarto monumento con esta consideración, además de la Atalaya (s. XI), la ermita de los Agudos y la Torre Vieja. Pero, además, apuesta por potenciar el uso de La Sotonera que, a su juicio, no tiene la explotación turística de otros embalses. "Lo que el viento se llevó" de Tormos puede devolverlo con el deporte náutico y el turismo.

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