14/2/13

Ramón J. Sender en Tormos

Ramón J. Sender fue uno los escritores aragoneses más destacados del siglo XX. Y hubo un tiempo en que trabajó de periodista en Huesca, período en el que visitó Tormos por motivo de las obras de construcción del pantano de La Sotonera. Fue en 1922, y con sus artículos y los de otros periodistas, en 2001 la Comunidad de Riegos del Alto Aragón editó el libro "Un viaje de Ramón J. Sender por los Riegos del Alto Aragón". Estos son algunos pequeños fragmentos de sus escritos en los que aparece Tormos, así como varias fotografías aparecidas en el libro.

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Tierra de promisión

"Vamos aproximándonos a la zona de Tormos al paso del ferrocarril de servicio, tan lento como es de desear para no perder detalle de los trabajos que, de trecho en trecho, llevan a cabo nutridas brigadas de obreros.
La actividad  tiene en el cauce blanquecino y rigurosamente geométrico su mejor templo. Adquieren los picos de acero esmaltados por el cuarzo de las rocas un insospechado sentido simbólico, cayendo acompasadamente sobre el fondo o los muros del canal con el empeño ennoblecedor de labrar en la aridez de la llanura la arteria redentora que vivifique los yermos y dé fecundidad a los lajares, llevando al páramo de Monegros savias nuevas en un milagro de resurrección".

Edificio-pabellón familias

Ingenieros psicólogos

"Estamos ya en Tormos; es decir, en las proximidades de Tormos. Abajo se extiende lo que propiamente constituye el pueblo con los enormes almacenes de material, talleres y albergues. Todo lo visitaremos después de almorzar. Junto a la cada donde nos hemos detenido -oficinas y residencia de los ingenieros- se eleva un edificio rojo con el extraño detalle de tres escaleras exteriores, de cemento armado, que dan acceso a las habitaciones del primer piso".

"En el mobiliario no se alardea de nada ni se carece de nada de lo preciso; todo bajo la norma de la limpieza y el orden más riguroso. En todas las ventanas hay tupidas redes metálicas que evitan la entrada de los mosquitos del paludismo. Nuestros acompañantes nos explican los peligros que entraña en la zona de obras esta enfermedad. Siempre existen focos de infección y hay que realizar una escrupulosa labor preventiva para evitar la propagación. Todos los obreros están sometidos a la medicación forzosa, tomando diariamente una dosis de clorhidrato de quinina que establece el médico".


Una obra titánica

"Después de almorzar nos trasladamos en tres automóviles al lugar de emplazamiento de la presa del pantano de La Sotonera.
Muy adelantadas las obras de cimentación, presentan colosales bloques de grava y arcilla -procedimiento novísimo- sobre los cuales ha de levantarse la presa de 31,80 metros de altura y 4.240.000 metros cúbicos de volumen.
Da la sensación de una labor de titanes, en la que se han consumir los esfuerzos de varias generaciones. Parece el proyecto, de una temeridad inusitada, el reto del hombre, que, en un acceso de orgullo, quiere vencer definitivamente a la naturaleza, cansado de ser su esclavo. Las obras realizadas hasta hoy son de una de magnitud imposible de sospechar.
El pantano será capaz para un embalse útil de 189.000.000 metros cúbicos y su coste asciende a 25.670.000 pesetas.
Alimentará al canal de Monegros y recibirá el caudal del canal del Cinca.
Martínez Torres, con su usual amabilidad, nos facilitó una orientación de la magnitud de la obra diciéndonos que el material que ha de invertirse en la construcción de la presa podría transportarse en diez años, suponiendo que cada media hora llegara un tren de veinte unidades y de diez toneladas de capacidad cada una".


El imperio de Vulcano

"Al entrar en los talleres percibimos un olor a lubrificantes y una oscuridad casi absoluta. Poco a poco nos habituamos a la penumbra y vamos satisfaciendo nuestra curiosidad".

"El zumbido de los motores eléctricos, de los volantes, de los tornos y de las sierras de acero ensordece. Tenemos que hablar a gritos con nuestro amable cicerone González Lacasa y poner a contribución nuestros cinco sentidos para zafarnos de las poleas, de las chispas rojas de las fraguas, de las virutas de hierro de las cepilladoras...
Hay cuatro fraguas alimentadas de aire por ventiladores, varias taladradoras que en un santiamén abren agujeros en el acero, sierras que penetran en los lingotes de hierro con pasmosa sencillez y un ambiente de trabajo grato, ennoblecedor".


Albergues, viviendas y comunicaciones

"Al llegar a los albergues de Tormos, a las casas de los capataces, auxiliares y demás empleados nos sale al paso la inocente impresionabilidad de los obreros en un rótulo pimpante que reza: "Barriada de La Cierva", con el que agradecen al exministro de la Guerra la visita que no ha mucho les hizo".

"El señor La Cierva fue a ver si, realmente, no era cosa de cuento lo que decían de los Riegos del Alto Aragón y lo que vio y lo que admiró llevaba una buena parte de las energías de estos obreros a los que correspondía mucho del asombro ministerial. Halagados en su amor propio y orgullosos de la visita, han dedicado al ilustre político de Murcia la mejor barriada. Deberes de correspondencia.
Los albergues que vamos visitando son capaces para cien obreros. Constan de todos los departamentos precisos para las necesidades domésticas, instalados con gran conocimiento de las reglas de higiene. Estos albergues se dedican a "hombres solos" sin el aditamento de la familia. Para estos es suficiente un dormitorio colectivo con abundante ventilación, tan espacioso como requiere el número de alojados.
Disfrutan los obreros de luz, calefacción, retretes, agua, fogones, guardarropa, etc., por cinco céntimos diarios que se les excluyen del jornal. Realmente, no puede ser más económico.
Pero no hay que confundir con los albergues las viviendas. Estas son para trabajadores que por su carácter de permanencia en las obras viven en ellas con sus familias. La más reducida consta de tres dormitorios para matrimonio, hijos e hijas y además tiene retrete, cocina y despensa.
El conjunto, con los tajos donde cada cual hace su trabajo, compone lo que estos señores llaman con toda propiedad 'un campamento'. Las viviendas y los albergues, forzosamente aislados, se relacionan con los campamentos mediante los ferrocarriles de servicio y por buenos caminos carreteros, manteniéndose además la intercomunicación por medio de la red telefónica.
Estamparemos aquí tres importantes datos a propósito de la trascendencia de las obras de comunicación. El ferrocarril de servicio tendido desde la estación de Tardienta hasta la presa del Gállego recorre 38 kilómetros. Los caminos construidos en el triángulo que limitan Almudévar, Ardisa y Gurrea de Gállego suman 75 kilómetros y, finalmente, la red telefónica comprende 209 kilómetros de línea con cuatro centrales y 35 aparatos".

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